Fuente: https://essentia.info/estudios-cientificos-sobre-el-poder-antiinfeccioso-de-los-ae/
Para la mayor parte de los investigadores, el principal interés de los aceites esenciales es su poder antiinfeccioso. Y es que todos ellos han demostrado, en mayor o menor medida, propiedades antisépticas probablemente derivadas de su elevada concentración. Un curioso estudio llevado a cabo por P. Belaiche en 1979*1analizó 40 AE mediante la técnica del aromatograma (una adaptación del antibiograma), clasificándolos en función del diámetro de su halo de inhibición (es decir, de la zona en la que inhiben el crecimiento microbiano) en 3 grupos:

- Aceites esenciales antiinfecciosos potentes: tomillo cabezudo (Thymbra capitata), tomillo común (Thymus vulgaris), canela de Ceilán (Cinnamomum zeylanicum), clavo (Syzygium aromaticum) y ajedrea (Satureja montana). Son aceites esenciales que contienen aldehídos aromáticos (cinamaldehído) o fenoles (carvacrol, eugenol y timol).
- Aceites esenciales antiinfecciosos de potencia intermedia: pino silvestre (Pinus sylvestris), cajeput (Melaleuca cajuputi), eucalipto (Eucalyptus globulus), lavanda (Lavandula angustifolia), mirto QT cineol (Myrtus communis), geranio (Pelargonium x asperum), hoja de naranjo amargo (Citrus aurantium ssp. amara), estragón (Artemisia dracunculus), serpol (Thymus serpyllum) y niaulí (Melaleuca quinquenervia). Contienen diversas moléculas de poder antiinfeccioso moderado: monoterpenoles, monoterpenos, éteres, óxidos, etc.
- Aceites esenciales antiinfecciosos de potencia leve: aceites esenciales de cítricos, que contienen principalmente monoterpenos.
En algunas ocasiones, los aceites esenciales pueden constituir una alternativa interesante para eliminar bacterias resistentes a antibióticos convencionales. Por ejemplo, el AE de árbol del té (Melaleuca alternifolia) puede emplearse para tratar Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA)*3. Sin duda los resultados habrían sido más concluyentes si se hubiesen combinado varios AE.

El espectro de acción de las moléculas aromáticas se extiende a los hongos; de hecho el efecto fungicida se consigue con pequeñas concentraciones de AE. En otro estudio científico, se comparó la acción antifúngica del AE de yerbalimón (Cymbopogon citratus) y la de su principal componente, el citral, con una solución de nistatina sobre diversas especies del género Candida*4. Los resultados fueron muy esperanzadores para el tratamiento de micosis cutáneas, infecciones de poca gravedad pero de elevada prevalencia.
Poco a poco van apareciendo estudios in vivo, como uno en el que se trató la tiña interdigital (conocida popularmente como pie de atleta) con AE de árbol del té (Melaleuca alternifolia) a diferentes diluciones5. Hasta un 64% de los pacientes tuvieron un resultado satisfactorio, porcentaje que se podría haber aumentado de manera espectacular de haber añadido otros AE al tratamiento, como el de geranio, cuya acción antifúngica avalan otros estudios6.

Las infecciones virales también pueden tratarse satisfactoriamente con aceites esenciales. Tal es el caso del virus del herpes simple, que responde a AE que contienen timol o carvacrol7. El AE de árbol del té (Melaleuca alternifolia) vuelve a destacar, en este caso por su capacidad para evitar la entrada del virus de la gripe en la célula que normalmente procedería a parasitar. Otro estudio8 demostró nuevas posibilidades de tratamiento de esta pandemia mundial.

Por último, los parásitos (incluyendo protozoos, helmintos y artrópodos) también sufren los efectos antiinfecciosos de los aceites esenciales, como muestran otras investigaciones*9,10, con resultados sumamente interesantes para hacer frente al paludismo o malaria , así como a la enfermedad del sueño.

Podemos concluir que el enorme arsenal terapéutico que presentan los aceites esenciales puede revolucionar los tratamientos de las patologías infecciosas. Para ello la investigación científica debe continuar, pero lo más importante es que vaya acompañada de una aplicación clínica que muestre, tanto a los profesionales sanitarios como a la población en general, que existen antiinfecciosos naturales eficaces.
He aquí una amplísima revisión de la acción antiinfecciosa de múltiples aceites esenciales, para los más curiosos: Antimicrobial Properties of Plant Essential Oils against Human Pathogens and Their Mode of Action: An Updated Review. Mallappa Kumara Swamy, Mohd Sayeed Akhtar and Uma Rani Sinniah. (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5206475/)
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Fuentes bibliográficas: